domingo, 21 de julio de 2013

EL LENGUAJE ES RELATIVO



Decía Ramón de Campoamor aquello de que en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira...
No hay que ir muy lejos para encontrar el infinito: Vivimos dentro; Tampoco hay que esperar mucho para encontrarse con la eternidad: En ella estamos.
Pero aquí, en este espacio-tiempo que nos ha tocado, tengo la sensación de vivir con unas coordenadas falsas, de estar plantada en el planeta con una serie de fijaciones que, por costumbre, se han vuelto normales. Tal vez sea debido al lenguaje y/o a una especie de ubicación centrada en la identidad personal o en el propio entorno. Me explico: Decimos que el sol sale o se pone, ¡vale!. Sin embargo, sabemos que la tierra da vueltas alrededor del sol y que éste se mueve por la galaxia, pero realmente no lo percibimos así. ¿Han probado alguna vez a situarse hacia el saliente, justo antes de salir el sol e intentar ser conscientes del movimiento de rotación? O sea: concienciarse de que no somos un punto fijo sobre el cual pasa el sol, sino que, pegados a una bola en movimiento, vamos hacia delante y hacia abajo. Si se consigue, se marea uno. Sin embargo, por disparatado que parezca, eso es lo que hay.

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